El especismo no es simplemente un planteamiento ideológico o teórico equivocado. El especismo tiene consecuencias terribles en el mundo, pues provoca la muerte y el sufrimiento de millones de animales a diario.
Posiblemente las consecuencias más evidente del especismo tienen que ver con el consumo de alimentos de origen animal (carne de aves, mamíferos, peces y otros animales, huevos, lácteos…). Decimos “consumo” expresamente, y no “producción”, pues el motivo del sufrimiento y la muerte de millones de animales que padecen hacinados en las granjas es que se consumen productos de origen animal. Si no se consumieran esos productos, las granjas de animales y los mataderos no existirían. Es en el ámbito de la alimentación donde más animales mueren, de entre todos aquellos en los que los animales son explotados a manos de los humanos.
Visita nuestra web GranjasyMataderos.org para más información.
Sin embargo, en las granjas no solamente se obtienen alimentos de origen animal. Muchas tienen como objetivo la producción de tejidos de origen animal, como las pieles (dentro de las cuales está el cuero, que es la piel de vacas y otros animales) y la lana. Esto también supone su sufrimiento y su muerte.
Pero el especismo no solo afecta a los animales que viven en las granjas. Esto también ocurre en otros ámbitos, como la industria del entretenimiento. Existen espectáculos de todo tipo, como la tauromaquia, los encierros, los circos con animales, la caza y las carreras de caballos que tienen una característica en común: en todos ellos se daña a los animales para beneficio humano, provocándoles un enorme sufrimiento y, a menudo, la muerte. Esto supone una injusticia consistente en no tener en cuenta los intereses de los animales por el mero hecho de no ser de la especie humana.
Igualmente, muchos animales mueren en los laboratorios, usados como meras herramientas para llevar a cabo investigaciones y testado de productos de todo tipo. A día de hoy, existen normativas muy severas que restringen la experimentación con seres humanos limitándola básicamente a casos en los que los propios sujetos de esta son beneficiados o pueden dar su consentimiento. Esto sucede porque existe un amplísimo rechazo social a explotar a seres humanos usándolos como herramientas de laboratorio. Siendo esto así, no puede estar justificado emplear y dar muerte con este mismo fin a otros animales que también pueden experimentar sufrimiento y disfrute. Ello sucede porque vivimos en una sociedad en la que está vigente el especismo .
Asimismo, otra de las consecuencias del especismo es la venta y cría de animales que conviven con muchos seres humanos, como perros, gatos y otros. Dichos animales son apartados de sus madres al nacer, y vendidos como mercancías. Rechazar el especismo supone no comprar animales, y esterilizar a aquellos con los que vivimos. La denominada “cría casera” no tiene tampoco justificación, pues supone el nacimiento de animales que van a ser dependientes toda la vida de seres humanos, y ello, además, cuando a diario son matados miles de animales en perreras y otros centros de exterminio. La única forma aceptable para vivir con un animal al que consideremos parte de nuestra familia pasa por adoptar.
Podemos dejar de contribuir a que esta injusticia continúe dejando de utilizar a los animales como recursos. Solamente así podremos dejar de contribuir a su muerte y a todo el sufrimiento que se les ocasiona. A este modo de vida libre de explotación animal es a lo que se llama veganismo. Para más información, puedes visitar nuestra web Veganismo.org.
Por último, pero no menos importante, una de las consecuencias del especismo es la discriminación que sufren los animales salvajes por el hecho de ser de una especie con muchos o pocos individuos, o por no ser autóctona. Un ejemplo son los programas de exterminio de las llamadas “especies invasoras”, en los cuales miles de animales son matados por ser de una especie que no es autóctona. Habitualmente se apela al daño que estos animales causan al ecosistema, pero el especismo de este razonamiento es patente, pues el exterminio se rechaza totalmente cuando el daño causado a los ecosistemas es provocado por seres humanos. Otros de los ejemplos de estas consecuencias del especismo son los programas de “conservación de especies”, donde animales como osos, linces y otros son cazados y encerrados, apelando a que es necesario para conservar la especie. Podemos preguntarnos si aceptaríamos actuar así en el caso de algún grupo étnico humano con pocos individuos.
Estos ejemplos son una clara muestra de que, pese a lo que se afirma en ocasiones, el antiespecismo y el ecologismo son planteamientos radicalmente diferentes. Se apela a motivos ecologistas para defender dichas prácticas, que suponen la muerte de incontables animales, y muchas veces su agonía y sufrimiento, además de otras como formas de ganadería menos contaminantes, y varias organizaciones ecologistas (como la WWF, por ejemplo) defienden la experimentación con animales, la caza, la pesca, la ganadería ecológica... Sin embargo, quienes rechazamos el especismo no defendemos a los animales en función del lugar que ocupan en el ecosistema, sino porque son seres con la capacidad de sufrir y disfrutar.